Las tarjetas de crédito son uno de esos productos financieros que a priori todos conocemos y sabemos utilizar, pero, que, sin embargo, no siempre manejamos de manera adecuada para nuestros intereses.
El uso de las tarjetas es mucho más sensible de lo que realmente llegamos a pensar, fundamentalmente porque es un producto de funcionamiento cotidiano. Por ello, hay una serie de claves que siempre deberíamos aplicar a la hora de mejorar el uso en nuestras tarjetas.
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PIN adecuado y memorizado
Hay unanimidad en cualquier tipo de analista a la hora de decidir que los números secretos en las tarjetas son un elemento vital en su protección. Hay dos aspectos muy relevantes en relación al número secreto.
El primero de ellos es que generar números secretos lo más aleatorios posible. Esto significa que debemos huir de fechas relacionadas con cumpleaños, o efemérides o cualquier tipo de aspecto de nuestra vida particular incluido el ocio. Generalmente, aunque pensemos que ese tipo de contraseñas no son fáciles de detectar, para los profesionales de la estafa es relativamente sencillo atacar contraseñas construidas sobre números relativamente comunes para un usuario.
El segundo aspecto importante es tratar de memorizar los números secretos. Esto es difícil cuando se tienen muchas tarjetas (ya que no se recomienda que todas las tarjetas tengan el mismo número secreto), pero sería lo recomendable. Hay que tener en cuenta que se trata de la barrera de acceso a nuestras cuentas bancarias, cualquiera que pueda acceder a ese número puede acceder a operar con nuestras tarjetas.
Compartir lo menos posible las tarjetas
Este factor es realmente relevante. En los últimos años los consumidores hemos tomado conciencia de la importancia de no perder de vista nuestra tarjeta a la hora de realizar un pago ya que los modelos de clonación de tarjetas se han sofisticado de manera verdaderamente importante.
No aportar la tarjeta en entornos no conocidos, comenzando por no perderla de vista a la hora de realizar un pago en un comercio, y continuando por no aportarla en sitios no seguros es simplemente vital.
Para ello, por ejemplo, el uso de tarjetas prepago puede resultar muy adecuado ya que sustituyen a nuestras tarjetas vinculadas a las cuentas, y sólo se pueden utilizar cuando se recargan por lo que su pérdida o uso no atacaría nuestros saldos más que los que tenga disponibles.
Tener las tarjetas justas
Este aspecto es relativamente polémico ya que para muchas personas tener muchas tarjetas es un sinónimo de poder adquisitivo o finanzas saludables. Sin embargo, con el paso del tiempo se está haciendo patente en la mayoría de analistas de finanzas personales, que un uso racional en cuanto a número de tarjeta es muy importante.
Esto tendría que ver no sólo con abaratar costes, sino también con no dispersar el uso de nuestros productos financieros. En general se podría considerar que, con una tarjeta de crédito, una de débito y una tarjeta virtual debería ser suficiente para un usuario medio.