Cómo acertar al fraccionar el pago de las tarjetas

A la hora de pagar con tarjeta hay muchos modelos diferentes, desde el pago al contado, contra crédito, o pago aplazado. Sin embargo, con este último, con el pago fraccionado, hay algunos aspectos que debes tener en cuenta para poder sacarle todo el potencial y aprovechar al máximo sus prestaciones.

TARJETAS PAGO APLAZADO

Pero, empecemos por el principio, que es el pago aplazado y qué tipos de fraccionamientos existen:

El pago aplazado en las tarjetas

Para empezar, debo señalarte que el pago aplazado no responde a un único modelo. Esto significa que vas a encontrar diferentes tipos de pago aplazado que van a aportar también diferentes soluciones. Digamos que los más habituales serían los siguientes:

  • Pagos aplazados al mes siguiente: generalmente es el pago aplazado habitual, te permite pagar a crédito sin comisiones e intereses y a primeros de mes debes devolver el importe total
  • Pago fraccionado sin intereses: en este caso la tarjeta permite un pago fraccionado que, habitualmente, no será muy superior a tres meses y que puede ser devuelto de manera proporcional en cada uno de los meses sin que se cargue ningún tipo de interés
  • Pago fraccionado con intereses: en este caso, el fraccionamiento del pago puede ser superior, es decir a un mayor volumen de meses, pero, a la vez, aplicará intereses. Cuidado, porque aquí es donde también entran en juego las peligrosas tarjetas revolving

Qué tipo de fraccionamiento de pago elegir en las tarjetas

Pues, realmente, si hacemos caso a los analistas, lo ideal sería no fraccionar el pago. Un pago en diferido, incluso cuando no tiene intereses acumulados, lo que hará es trasladar la deuda de un punto a otro y esto, no siempre es una buena noticia para la economía financiera. Salvo en aquellos casos en los que tenemos muy claro que ese aplazamiento va acompañado de una mejor posición para asumir el coste en el momento de la amortización, hay que pensar mucho los motivos por los que se aplaza un pago con tarjeta.

A partir de lo anterior, lógicamente, deberíamos buscar siempre los pagos aplazados que no tengan intereses. Cuidado, no todas las tarjetas ofrecen esta posibilidad más allá del uso normal (pago aplazado de un mes), por lo que siempre deberíamos contrastar de manera clara que, efectivamente, se pueda generar dicho modelo de aplazamiento.

Por último, el fraccionamiento con intereses no es una idea brillante. Debemos tener en cuenta que se trata de un modelo de financiación muy caro. Generalmente, incluso en aquellas tarjetas comunes de la banca convencional, los intereses pueden llegar a superar el 12%. Si hablamos de entidades crediticias no bancarias que utilizan la financiación a través de las tarjetas revolving, estos porcentajes se pueden disparar aún más.

Y no es sólo eso: hay que tener en cuenta que, en caso de impago, este tipo de tarjetas acumula unas penalizaciones por demora elevadísimas, lo cual, a la larga, encarece el producto de manera muy elevada, duplicando y multiplicando exponencialmente la deuda según avance el impago.

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